Sabía lo que tenía que escribir
o decir para que no se marchase.
Pero en ese momento no pude dormir,
esta noche no podía aún sabiendo qué decir.
No sumé más puntos a una geometría
que no existe. ¿Para qué seguir tanto al rigor?
¿Demandarse a uno mismo la tarea de
saber cosas opacas que trata la noche de ocultar
cuando dormimos
y no hacerlas?
¿Es una ofensa?
¿A quién, Señor?
¿A ésta parte del barro en dónde ya estaba
todo dicho y aún así preferiste hundirte más?
Siempre supe que una noche habría
de usar o decir todas estas palabras que antes
nunca pude.
Era algo como:
"la noche se tragó al día
junto al día se tragó la luz
y de ahí, querida, nadie me salva
que estoy triste y abandonado,
eso sí lo ves, pero mejor
valiese no mirar más del
camino porque el barro
me tapó hasta las rodillas."
No lo hice. No hizo falta
¿Qué podría demandarse uno mismo
si está hundido en su propia demanda?
viernes, 20 de febrero de 2015
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